La lúdica se presta a la satisfacción placentera del niño por hallar solución a las barreras exploratorias que le presenta el mundo,
permitiéndole su autocreación como sujeto de la cultura, de acuerdo con lo que señala al
respecto Huizinga: “La cultura humana ha surgido de la capacidad del hombre para
jugar, para adoptar una actitud lúdica” (Huizinga 1987)
Uno de los elementos que han permitido generar ambientes de aprendizaje lúdicos es
la incorporación del juego: este es un recurso educativo que se ha aprovechado muy bien
en los niveles de preescolar y primaria, pero que a medida que se avanza en la escolaridad tiende a relegarse a favor de formas más expositivas de enseñanza.
Estudiosos del juego (Ferrari 1994: 47-49) destacan que puede empleársele con una
variedad de propósitos dentro del contexto de aprendizaje. Señalan que dos de sus
potencialidades básicas, las más importantes, son la posibilidad de construir autoconfianza
e incrementar la motivación en el jugador. Es un método eficaz que posibilita una
práctica significativa de aquello que se aprende; el juego en la educación ha servido
como motivador y a veces como recurso didáctico; sin embargo, en la práctica pedagógica no se ha explorado suficientemente su potencial como espacio de conocimiento y de
creatividad.
Concuerdo con lo anterior, basándome en los niños preescolares, implementar actividad que estén relaciones con el juego, permitirá que los aprendizajes se logren con mayor facilidad, por mencionar algunas que eh realizado son: conteo por correspondencia, seriación numérica, agregar o quitar objetos, reconocer los colores entre otras. Puedo mencionar que mis niños se sienten motivamos y sobre todo tienden a ser más participativos con actividades que involucren el juego, por lo que, eso me permite medir sus avances, logros y dificultades.
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